BUSCANDO EL ESPÍRITU DE LA NAVIDAD


BUSCANDO EL ESPÍRITU DE LA NAVIDAD


Escribí esta obra durante el puente de la Constitución del año 2.007 con el fin de que la representaran los niños y niñas de quinto del colegio Virgen de las Nieves de Granada. La representamos y quedó bien...bueno falló el sonido.
COMPETENCIAS: Reflexionar de forma crítica y lógica sobre los hechos que se plantean en la representación - Las riquezas por sí mismas no nos dan felicidad - . Utilizar el juicio moral para elegir y tomar decisiones. Criticar algunos defectos - la fiebre del consumismo - y valorar algunas virtudes - comprensión y generosidad - de nuestro mundo “occidental”
VOCABULARIO: Soberano, mayordomo, ministro, general, desasosiego, conciencia,
DURACIÓN; Veinte minutos aproximadamente.
DIFICULTAD; Escasa, escrita para niños de segundo o tercer ciclo.
PREPARACIÓN DEL ESCENARIO
Como la obra se desarrolla en un palacio, colocamos en el centro del escenario un gran sillón decorado como si se tratase del trono del rey. Podemos enmarcarlo en cortinajes para darle pomposidad, algún escudo heráldico dibujado en cartulina y colocado en la pared del fondo no estaría de más.
PERSONAJES
PRESENTADORA I Y PRESENTADORAII. Dos niñas que presenten el acto.
NARRADORA. Niña que lea fuerte y bien.
REY. Elegirlo entre los niños que mejor memoricen pues tiene el papel más largo.
REINA. - Niña MÉDICO . - Un niño o niña que haya estudiado medicina, es decir cualquiera que le guste y diga, "yo"MAYORDOMO. Niño con aspecto sumiso vestido de mayordomo.
PRIMER MINISTRO. Niño muy bien vestido, como corresponde al primer ministro, claro.
GENERAL. Niño vestido de militar. Eso.
TESORERO. Pues eso un tesorero que guarda un eñorme tesoro, cuanto máyor sea el tesoro mejor será el tesorero.
SABIO. Estilo sabio de Harry Pooter, con barba blanca y gorro y certificado de sabio.
MUJERES. - Tal cual. Libremente.
NIÑA. Una niña, anda que...
BUSCANDO EL ESPÍRITU DE LA NAVIDAD

PRESENTADORA I. - ¡Buenos días a todos! La obra que los alumnos de quinto os vamos a representar trata de explicaros que de poco nos sirve acumular bienes y riquezas si queremos conseguir la felicidad.
PRESENTADORA II. – Si, es verdad el secreto de la felicidad no está en el poder ni en el dinero, no está en tener muchas cosas porque siempre desearás tener más. Esta es la historia de un rey que a pesar de tenerlo todo no se sentía feliz.
PRESENTADORA I. – Por eso empezó a investigar para ver si encontraba la causa de su estado. El rey continuó buscando y al final la descubrió.
PRESENTADORA II. – Si llegó a la conclusión de que para ser feliz solo es preciso tener una cosa “el espíritu de la Navidad”
PRESENTAOR I. – Os presentamos pues la obra titulada “BUSCANDO EL ESPÍRITU DE LA NAVIDAD” Esperamos que os guste y os pedimos que guardéis silencio.
NARRADORA. – Hace algún tiempo en un país no muy lejano vivió un rey que a pesar de tenerlo todo sin embargo no se sentía satisfecho, sentía como un cosquilleo en la barriga que le provocaba un desasosiego que no lo dejaba ser feliz. Se sentaba en el trono y no podía parar. Miraba hacia arria, hacia abajo, se daba la vuelta, ponía cara de estreñido pero nada.
REY. – No sé lo que me pasa, que no puedo parar, me entra un cosquilleo en la barriga y no me deja estar tranquilo. Ya se, llamaré a mi médico, que venga inmediatamente que para eso le pago. ¡Médico, medicucho, ven inmediatamente!
MÉDICO. – (Le hace una reverencia y) ¿Qué queréis majestad?
REY. – Quiero que me mires a ver si me pasa algo porque no me siento bien y no soy feliz de verdad.
MÉDICO. – Vamos a ver ¿Dónde os duele?
REY. – No me duele en ningún sitio en concreto pero tampoco estoy a gusto. Ves no puedo estarme quieto.
MÉDICO. – Si ya veo que no paráis ¿Quiere su majestad que le examine su majestuoso culo para ver si tiene algún furúnculo o alguna almorrana?
REY. – No, no quiero. También me pica mucho la cabeza.
MÉDICO. – Entonces ¿quiere que le mire su real cabeza no vaya a ser que se le haya llenado de piojos?
REY. - ¡Qué dices! Yo no tengo piojos además si los tuviera eso sería secreto de Estado y no se podría enterar nadie. Venga dime lo que tengo de una vez y no me hagas perder la paciencia.
MÉDICO. – Ya se, puesto que no le aprecio ningún mal físico forzoso es pensar que su majestad padece un mal psíquico o del espíritu.
REY. – ¿Un mal psíquico? Y ¿Cómo se cura eso medicucho de las narices?
MÉDICO. – Para que se le cure el mal de espíritu debe hacer examen de conciencia majestad.
REY. – Tú estás loco. Examen de conciencia. ¡Fuera de aquí!
(El médico sale corriendo)
NARRADOR. – El rey se quedó muy pensativo con lo que le había dicho el médico. En realidad no sabía muy bien lo que era hacer un examen de conciencia pero aquello le dio que pensar y acto seguido llamó a su general.
REY. - ¡General, general! Ven aquí inmediatamente.
GENERAL. – (Le hace una reverencia) ¿Qué queréis de mí, majestad?
REY. – Dime, infórmame sobre mi ejército. Quiero hacer examen de conciencia de mi ejército ¿Es poderoso mi ejército?
GENERAL. – Mi señor, su majestad posee el ejército más poderoso del mundo. Desde que destronó al rey de la Conchinchina que era el que nos molestaba ahora su ejército no tiene rival. ¿No recuerda que mandó cortar más de mil cabezas aquel día para celebrarlo? Tenemos el mejor ejército del mundo.
REY. – Entonces de conciencia andamos mal.
GENERAL. - ¡Qué nos importa a nosotros la conciencia! Las cabezas que cortamos eran de los enemigos. Eso no nos ha preocupado nunca majestad. ¿Quiere que mande cortar otras mil cabezas más?
REY. – Serás bestia. ¡Vete de aquí, por decir eso ya me está picando otra vez la cabeza y la barriga. ¡Fuera, fuera!
NARRADOR. – El rey se había sentido mal al recordarle su general que tenía el ejército más poderoso y que había mandado cortar tantas cabezas. Entonces pensó que lo mejor sería mandar llamar a su tesorero para hacer examen de conciencia de sus tesoros.
REY. - ¡Tesorero, ven corriendo!
TESORERO. - ¿Qué queréis majestad?
REY. – Quiero que me hagas examen de conciencia de mis tesoros inmediatamente.
TESORERO. – Al día de hoy todos los cofres de su majestad están llenos de diamantes, perlas, rubíes, esmeraldas, zafiros y toda clase monedas de oro y de plata.
REY. - ¿De dónde han salido todos esos tesoros?
TESORERO. – Pues han salido de los botines de las guerras, de los condenados a muerte, y sobre todo de los impuestos que os pagan vuestros vasallos majestad. Cada vez tiene su majestad más y más tesoros.
REY. - ¡Qué mala conciencia me da eso que decís! ¿Se puede solucionar de alguna manera?
TESORERO. – Yo la única solución que veo es que mandéis construir cien cofres más y una cámara acorazada para guardar los nuevos tesoros que consigáis majestad.
REY. – Como haga eso cada vez sentiré más picores en el culo y hormigueos en la barriga. Anda fuera de mi vista que veo que no me sabéis aconsejar.
NARRADORA. – Al rey ahora se le ocurrió que si llamaba a la reina quizás ella sabría resolverle su problema de conciencia.
REY. - ¡Mayordomo!
MAYORDOMO. - ¿Qué queréis majestad?
REY. – Yo tengo una reina. ¿No?
MAYORDOMO. – Claro majestad, todos los reyes tienen una reina y la suya es una soberana reina de eso no le quepa la menor duda.
REY. – Pues decidle a mi soberana reina que venga inmediatamente.
MAYORDOMO. – Ahora mismo majestad.
(Se va el mayordomo y vuelve al momento)
REY. - ¡Qué pasa!, ¿por qué no viene la reina?
MAYORDOMO. – Dice que os esperéis que ahora le están haciendo la manicura y que no puede.
REY. – Pues dile que digo yo que soy su rey que venga inmediatamente. (Esto último lo dice con voz fuerte)
MAYORDOMO. – Ahora mismo majestad.
(El mayordomo se va y vuelve al momento)
REY. - ¿Qué pasa ahora? ¿Por qué no ha venido la reina? ¿No le han terminado de hacer la manicura?
MAYORDOMO. – Si majestad, ya han terminado de hacérsela pero ahora dice que si vos sois su rey ella es vuestra soberana reina y que vendrá cuando le de su soberana gana.
REY. - ¡Pero bueno esto es el colmo!
MAYORDOMO. – No os irritéis señor si mi mujer que no es reina ni nada me hace igual, me tiene cuatro horas esperando, es que todas las mujeres disfrutan haciéndonos esperar a los hombres.
REINA. – (Hablando con mucho coraje) ¡Vamos a ver! ¡A qué vienen tantas prisas! Además tan reina soy yo como tu o sea que puestos a mandar habría que ver quién es el que más manda. ¿Qué te pasa? ¿Te crees que te vas a morir porque te pique el culo? Desde luego los hombres es que no valéis para nada.
REY. – Calla mujer y no te pongas así. Lo que pasa es que se ve que estoy pasando por una mala racha y no soy feliz, según el médico no tengo la conciencia tranquila y por eso.
REINA. – Claro ¿cómo vas a tener la conciencia tranquila? Ya me acuerdo, si me prometiste que me regalarías un collar de diamantes y una diadema de zafiros y no me la has regalado. Por eso te dan esos picores y no puedes dormir porque eres un mal marido que no le regalas nada a tu pobrecita esposa. Por eso te remuerde la conciencia y no eres feliz.
REY. – Pero si a cambio te regalé dos pulseras de esmeraldas y cinco broches de oro ¿es que no te acuerdas?
REINA. – Si pero eso no vale, yo quiero que me regales lo que me prometiste y si no que no se te quiten los picores.
REY. – Vale, vale. Mayordomo. Haz que le regalen todo lo que quiera y llévatela de aquí que me va a volver loco.
(Salen el mayordomo y la reina)
NARRADOR. – A pesar de que el rey le concedió a la reina todo lo que le pidió. Sin embargo no se le quitó su mal de espíritu y siguió tan desgraciado como siempre el pobre infeliz. Un día se acordó de que en la corte vivía un sabio muy sabio que tenía fama de sabio y debería ser verdad. Inmediatamente mandó a su mayordomo que lo trajera a su presencia.
REY. – ¡Mayordomo, ve a buscar al sabio Sabelotodo!
MAYORDOMO. – Ahora mismo señor.
(Sale el mayordomo y vuelve enseguida con el sabio)
MAYORDOMO. – Aquí lo tiene majestad lo he pillado por los pelos porque se iba de vacaciones sin su permiso el muy sinvergüenza.
REY. – Bueno, dime Sabelotodo qué tengo que hacer para ser feliz y que se me quite este mal de conciencia que tengo.
NARRADORA. – El sabio, que era sabio de verdad, se rascó la cabeza se acarició la barba, tosió y nada, no dijo nada.
SABELOTODO. - ¡Ejem, ejem!
REY. – Vamos piensa que para eso eres sabio.
SABELOTODO. – ¡No sé, no sé! (Pone cara de hacer un esfuerzo grande)
REY. - ¿Lo tienes ya? Anda y suéltalo ya que parece que te vas a cagar!
SABELOTODO. – Lo tengo en la punta de la lengua majestad.
REY. – Pues dilo ya porque sino te la mando cortar.
SABELOTODO. – Ya lo tengo majestad, no sois feliz porque todavía no sois lo suficientemente rico ni lo suficientemente poderoso. No.
REY. - ¡Estás loco! Nadie es más rico ni más poderoso que yo, me lo acaban de decir mi tesorero y mi general.
SABELOTODO. – Pues os falta una cosa para ser más rico, más poderoso y feliz.
REY. - ¿Qué es?
SABELOTODO. – Os falta poseer el Espíritu de la Navidad. Cuando lo tengáis entonces seréis el hombre más rico, más poderoso y lo más importante se os quitará ese mal de espíritu del que me habláis y comenzaréis a ser feliz.
NARRADORA. – Sin perder un solo minuto el rey dio órdenes a sus servidores que buscaran al Espíritu de la Navidad por todo el mundo y se lo trajeran costase lo que costase.
REY. - ¡Mayordomo!
MAYORDOMO. - ¿Qué ordenáis majestad?
REY. – Ordeno que reúnas a todos mis ministros, mis generales, mis tesoreros y mis sirvientes y que se vayan a recorrer el mundo buscando el Espíritu de la Navidad. Quiero que lo traigan a toda costa, que no reparen en gastos.
NARRADORA. – Como ordenó el rey así se hizo. Los servidores del rey salieron en todas las direcciones en busca de tan preciado bien y al cabo de algún tiempo volvieron diciendo que lo habían encontrado. El primero que creyó haberlo encontrado fue el tesorero y por eso se presentó ante el rey.
TESORERO. - ¡Majestad, ya lo he descubierto!
REY. - ¿Has conseguido encontrar el Espíritu de la Navidad?
TESORERO. – Sí majestad y lo he traído. Son estas dos mujeres, las encontré comprando en el Carrefour. Estaban como locas comprando de todo y revolviéndolo todo y cuando les pregunté porqué se comportaban así me dijeron que porque era Navidad. Seguro que están poseídas por el Espíritu de la Navidad.
(Le muestra a dos mujeres que vienen cargadas de bolsas y paquetes de todas clases)
REY. – Si estas dos poseen el espíritu de la Navidad yo soy el obispo de Roma. No me creo nada de nada.
TESORERO. – Jurádselo vosotras, que a mí no me cree.
MUJER I. – Libre y sinceramente, buen rey, te decimos que estamos poseídas y nos ha dado por comprar y comprar, si estaremos poseídas que yo me he comprado un bigote y unas botas de goma feísimas y ...
MUJER II. – ¡Anda y yo me he comprado una caja de puros! y no soy fumadora pero el Espíritu de la Navidad es así somos felices comprando tonterías.
REY. – Pues ese espíritu de la Navidad no me gusta ni un pelo, es el mismo que tiene todo el año mi mujer, la reina.
TESORERO. – Entonces. ¿Qué hacemos con ellas?
REY. - ¡Que se vayan de mi vista antes de que ordene que le corten la cabeza!
(Salen corriendo dando voces y se dejan allí todas las bolsas y paquetes)
MUJERES. - ¡Vámonos que nos cortan la cabeza, socorro!
NARRADORA. – Efectivamente las mujeres no poseían el verdadero Espíritu de la Navidad por eso el rey las echó de allí. Al poco rato entró el general que traía a un borracho.
GENERAL. – Creo que yo he dado con el verdadero Espíritu. Me encontré a este hombre bebiendo champán y está muy contento, creo que este si tiene el verdadero Espíritu de la Navidad.
BORRACHO. – Toma rey-- bebe ---un traguito --de champán --ya verás --qué contento --te pones. (Lo dice cayéndose y en plan baboso, se pone cerca del rey y empeñado en que beba le echa el champán por encima)
REY. – Fuera de aquí. Meted a este hombre en el calabozo hasta que se le pase la borrachera. Ya me he enfadado, creo que me estáis tomando el pelo con lo del Espíritu de la Navidad. Voy a ordenar que os den a todos trescientos latigazos.
NARRADORA. – Era verdad el rey estaba de tan mal humor que nunca lo habían visto así ya se disponían los soldados a azotar a todos los sirvientes cuando entró una niña pequeña era la hija menor de una de las criadas del rey.
PRINCESITA. – Te quiero mucho rey y te deseo ¡Feliz Navidad! Toma te he traído un regalito, es un gorro de lana para que no se te enfríe la cabeza porque con la corona de oro se te queda helada.

NARRADORA. – Al rey se le hizo un nudo en la garganta y estuvo a punto de llorar, abrazó muy fuerte a la niña y su cara se llenó de alegría. Ya era otro rey

REY. – (Lo dice con voz entrecortada) La niña me ha trasmitido el verdadero Espíritu de la Navidad… Ahora lo he comprendido… Ya se me empieza a quitar el mal de espíritu y el cargo de conciencia… Acercaos, tomad todos los regalos… No tengáis miedo... ¡Feliz Navidad… Feliz Navidad! (Lo dice ofreciendo regalos a todos, son las bolsas y paquetes que las mujeres se dejaron tirados al salir corriendo)
NARRADORA. – Y así fue como aquel rey consiguió el verdadero espíritu de la Navidad que es el único que nos hace felices. Desde aquel día en adelante se dedicó a repartir todos sus tesoros entre los necesitados y la gente decía de su rey “Tenemos al rey más rico y poderoso del mundo porque es generoso y comparte sus riquezas con los demás, que nuestro rey viva muchos años más”. El rey se había dado cuenta de que la verdadera riqueza no se esconde en fuertes cofres con muchos candados ni se mete en oscuras cámaras acorazadas sino que se comparte y sirve para ayudar a los pobres y más necesitados.
                            FIN



LA VERDADERA NAVIDAD NUNCA ESTÁ EN CRISIS

PRESENTADOR: - ¡Buenos días a todos! Los niños y niñas de 2º vamos a representar una obra de teatro titulada “La verdadera Navidad nunca está en crisis”. Se trata, como podéis imaginar, de un tema de máxima actualidad. Esperamos que os guste y os pedimos que guardéis silencio.
NARRADOR. – Pues resulta que a aquel pueblo también había llegado la crisis, el problema es que llegó en el peor momento, cuando todos sus habitantes se disponían a celebrar la Navidad.
PRESENTADOR. – Pues vaya mala suerte. ¿Y qué hacía la gente?
NARRADOR. – Toda la gente estaba triste porque pensaban que con la crisis,  este año no tenían tanto dinero como el año anterior y por lo tanto no podrían celebrar la Navidad.
PRESENTADOR. - ¿Y qué hacían?
NARRADOR. – Todo el día se pasaban hablando de la crisis.
PRESENTADOR. - ¿Y qué decían?
NARRADOR. – Nada de importancia. “Que si esto que si aquello. Que si la crisis para arriba, que si la crisis para abajo”.
PRESENTADOR. – Vaya. Pues me he quedado igual que estaba. Y no decían nada más.
NARRADOR. – No, bueno si,   decían que todo era por culpa de los mercados.
PRESENTADOR. – ¿De qué mercados?
NARRADOR. – Y yo qué se,  será de los mercados malos.
PRESENTADOR. – Ah bueno.  Espera un momento ¿Y cómo era la crisis esa?
NARRADOR. – Yo no la vi pero creo que debía de ser un poco malilla porque la gente le tenía miedo.
PRESENTADOR. - ¿Y por qué?
NARRADOR. -  Pues porque la gente decía que así no se podía vivir  y que era un desastre.
PRESENTADOR. – Pues si era  tan mala. ¿Por qué no la echaban del pueblo?
NARRADOR. – (Un poco enfadado) Y yo que sé. No me preguntes más cosas y déjame que termine de contar la historia que si no aquí nos van a dar las uvas.
PRESENTADOR. – Bueno, vale, vale, no te pongas así.
NARRADOR. – Pues eso que un día estaba el señor alcalde, sentado en su despacho tan tranquilito cuando de pronto vino a verlo el señor banquero.
(Entra en escena el niño o niña que hacen de alcalde o alcaldesa y se sienta en un sillón detrás de una mesa que hemos colocado en el centro del escenario)
ALCALDE. – Vamos a ver, que tengo que hacer hoy que esto de ser alcalde es muy pesado, ya se, tengo que hacer las cuentas y repasar las facturas del Ayuntamiento. A ver, a ver. (Coge un montón de papeles y hace como que los mira)
BANQUERO. – Hola señor alcalde. ¿Qué tal está?
ALCALDE. – Muy mal, señor banquero, muy mal, debo tener un problema en la vista porque veo todos los números rojos.
BANQUERO. – Pues ponte las gafas bifocales con efecto tridimensional que creo que van muy bien para estos casos.
(El alcalde se pone unas gafas con un cristal de cada color que previamente le habremos hecho con cartulina)
BANQUERO. - ¿Qué tal ve ahora? ¿Ha mejorado la situación?
ALCALDE. – Ahora resulta que no veo números rojos, ahora veo un agujero muy grande que parece un pozo sin fondo por donde se está cayendo todo el dinero del Ayuntamiento y no se ve solución ni como tapar este agujero.
BANQUERO. – Pues tenga cuidado usted no se vaya a caer también.
ALCALDE. – Creo que ya veo la solución. Si ya la veo, está claro la solución es pedirle a usted otro préstamo.
NARRADOR. – De pronto sin saber porqué el banquero se quedó sordo como una tapia.
BANQUERO. – (Haciendo gestos aparatosos de que no lo oye) ¿Qué dice usted, que me va a pedir un plátano? Eso vaya usted a pedírselo al frutero yo no tengo plátanos.
ALCALDE. – Que yo no le he pedido un plátano, le he pedido un préstamo de dinero.
BANQUERO. - ¡Pero, qué dice ahora! ¡Que va a matar al peluquero! (Mirando al público) Yo me voy de aquí que parece que el alcalde se ha vuelto loco. No me quiera matar a mí también. (Sale corriendo del escenario)
ALCALDE. – No se vaya hombre, no me abandone ahora, acuérdese de cuando éramos amigos.
NARRADOR. – El banquero se fue de allí corriendo y no quiso ayudar al señor alcalde, como para fiarse de los banqueros. Al poco rato entró en el Ayuntamiento una señora muy seria, muy seria)
CRISIS. – Alcalde ¡Levántate de tu sillón que ahora me voy a sentar yo!
ALCALDE. - ¡Cómo se atreve a entrar en mi despacho sin llamar a la puerta! ¿Quién es usted?
CRISIS. – Soy la Crisis y entro  sin llamar porque hace mucho tiempo que me estabais buscando y además me voy a instalar en tu despacho.
ALCALDE. – La crisis… ¡Socorro, ha llegado la crisis! ¡Qué miedo! (Se levanta del sillón y se coloca en un extremo del escenario)
NARRADOR. – El alcalde salió corriendo y llamó a todos los vecinos del pueblo para decírselo.
ALCALDE. – ¡Vecinos venir corriendo que tengo que daros una mala noticia!
(Suben al escenario cuatro o seis niños y niñas disfrazados de vecinos del pueblo)
ALCALDE. - ¡Qué desastre! ¡Dios mío! ¡Qué desastre! ¡Esto es un verdadero desastre!
VECINAS 1. - ¡Cálmese un poco señor Alcalde! ¿Por qué está tan preocupado? ¿Cuál es el desastre?
VECINA 2. -  Si  ¿Y qué noticia es esa que tenía que darnos?
ALCALDE. – La noticia es que ha llegado la Crisis y estamos en crisis. ¿La veis?, ha llegado al Ayuntamiento se ha sentado en mi sillón y ahí está. Y el desastre es que ya no podemos celebrar la Navidad.
(Todos los vecinos se quedan mirando a la Crisis con la boca abierta)
CRISIS. – Si, yo soy la crisis, ¿Qué miráis? ¿Es que habéis visto algún fantasma? Pues que sepáis que me voy a quedar a vivir aquí en el Ayuntamiento.
ALCALDE. – Por eso os he llamado para ver si me ayudáis a echarla.
VECINO 3. -  ¿Y por qué no la echa usted de una patada en el culo como me echó a mí el otro día?
ALCALDE. – Porque con ella no puedo, manda más que yo.
VECINA 4. - ¿Y eso qué significa?
ALCALDE. – Significa que ha tomado posesión del Ayuntamiento porque estamos en números rojos.
VECINO 5. - ¿Y eso es malo Señor Alcalde?
ALCALDE. – Pues claro que es malo, es malísimo.
VECINO 5. – Bueno pues  tenga usted mi bolígrafo azul y cambias los números rojos por  azules.
ALCALDE. – No puedo hacerlo porque la crisis no me deja. Además creo que eso no es así de fácil.
VECINA 6. – Pero bueno no es usted la persona  que más manda en el pueblo.
ALCALDE. – Eso era de antes, ahora la crisis manda más que yo.
VECINA 6. – Bueno pues ya era hora de que las mujeres mandáramos más que los hombres.
ALCALDE. – Bueno yo os he mandado llamar para deciros que como el Ayuntamiento está en crisis. Ahí la estáis viendo, y el banquero se ha hecho el sueco y no nos quiere prestar más dinero pues nos vemos obligados a recortar gastos y a subir los impuestos.
CRISIS. – Eso, eso a recortar, a recortar. (Muestra al público unas tijeras muy grandes y hace gestos de cortar)
VECINO. - ¿Y eso qué significa?
ALCALDE. – Pues significa que como ya no tenemos dinero para celebrar estas fiestas pues  ya no podremos comprar  turrones ni mantecados, ni se podrán encender lucecitas de colores por las calles, ni se podrá poner el árbol gigante en medio de la plaza. En resumen que se suspende la Navidad.
CRISIS. – Muy bien, muy bien, a recortar, a recortar. Queda suspendida la Navidad. Y además Alcalde te ordeno que le subas los impuestos.
VECINO 1. - ¡Qué desastre! Ya no puedo comprar regalos ni comer turrón ni mazapán y encima tengo que pagar más impuestos. ¡Desde luego esto es un auténtico desastre!
VECINA 1. - ¡Qué desgracia más grande! Ya no puedo cenar un pavo y tampoco beberme una copita de champán ¡Así ya no me gusta la Navidad! ¡Qué desgracia más grande!
HOMBRE RICO. – Pues yo por culpa de la crisis ya no puedo comprarme tres “ferraris” y me tengo que conformar con dos. Esto es malo, pero que muy malo, lo peor que podía pasarnos. Un auténtico desastre.
VECINO 2. - ¡Si ya os lo decía yo, que iba a cambiar el tiempo o a pasar algo porque ayer me dolió la pierna! Una calamidad, una hecatombe, un desastre.
MUJER RICA. – Y yo por culpa de la crisis ya no me compro los cuatro abrigos de visón que pensaba comprarme y me tengo que conformar con tres. ¡Me da una pena!
VECINA 2. – ¡Pues si se ha suspendido la Navidad, yo me encierro en mi casa y me harto de llorar!
ALCALDE. – En conclusión creo que vamos a pasar las navidades más tristes de nuestra vida, ya os podéis ir, se levanta la sesión.
(Salen todos los vecinos del escenario tristes y cabizbajos)
NARRADOR. – Y creo que eso es lo que pasó, que por culpa de la crisis no se pudo celebrar la Navidad en el pueblo y colorín colorado.
PRESENTADOR. – No, no se acabó ahí la historia porque sucedió una cosa muy importante.
NARRADOR. - ¿Y qué sucedió?
PRESENTADOR. – Pues que cuando se fueron los vecinos llegaron al Ayuntamiento unos pastorcillos muy pobres pero que venían cantando porque estaban muy alegres.
(Suben al escenario cinco o seis niños y niñas vestidos de pastorcillos, al mismo tiempo, se oye por megafonía un villancico que previamente hemos preparado)
PASTORCILLOS. – (Cantando y bailando) “Y beben y beben y vuelven a beber los peces en el río…”
ALCALDE. – Pero bueno ¿de dónde salís vosotros? ¿Y por qué venís cantando?
PASTOR 1. – Cantamos porque estamos alegres y porque es Navidad. “María, María, ven aquí corriendo, que el chocolatito te lo están comiendo”
ALCALDE. – Si ya lo sé que es Navidad pero ¿es que no os habéis enterado que este año no celebramos la Navidad porque estamos en crisis?
PASTORA 1. – No, como vivimos en el campo no nos hemos enterado de nada.
ALCALDE. - ¿Y es que vosotros no tenéis crisis?
PASTOR 2. – Nosotros somos pobres, muy pobres y no tenemos nada de nada ni tampoco crisis.
BANQUERO. – Claro, como nunca han tenido nada, la crisis no le ha afectado y siguen igual que antes.
PASTORCILLOS 3 Y 4. - ¿Y qué es la crisis?
ALCALDE. – La crisis es esa señora que está sentada en mi sillón hablar con ella, ya veréis como se os quitan las ganas de cantar.
PASTORCILLA 5. – Hola señora ¿Cómo está usted? Le deseo que tenga un buen día.
CRISIS. – (Poniendo cara de enfadada y con voz rabiosa) Estoy muy mal y además muy enfadada  y tengo pocas  ganas de fiesta.
PASTORCILLO 6. – Pues nosotros le deseamos paz y amor y que sea usted muy feliz.
CRISIS. - ¿Por qué deseáis que sea feliz? Eso no me lo había dicho nadie antes. Todas las personas cuando me ven me maldicen y se asustan de mí.
NIÑA. – Pues nosotros te queremos y te damos nuestro amor y cariño porque aunque somos pobres de dinero, somos ricos de amor.
NIÑO. – Y como para celebrar la Navidad no hace falta dinero porque la Navidad es otra cosa pues estamos muy contentos aunque seamos pobres.
CRISIS. – ¿Pues qué es la Navidad?
NIÑA. – La Navidad es un tiempo de paz, amor y fraternidad y eso lo podemos tener siempre, con crisis o sin crisis.
ALCALDE. – Pero es que ya nos habíamos acostumbrado a celebrar la Navidad gastando mucho dinero.
NIÑO. – Claro pero eso no es así. La verdadera Navidad no se celebra gastando mucho dinero, esa es la falsa, la verdadera es otra cosa más importante.
ALCALDE. – Si vosotros lo veis muy fácil pero yo qué hago con la crisis todavía sigue sentada en mi sillón.
NIÑA. – Dale un abrazo y pídele por favor que se vaya  o que se quede pero que se ponga contenta.
ALCALDE. – Señora crisis yo le deseo a usted que pase una feliz Navidad pero que se vaya  a celebrarla muy lejos de nuestro pueblo. (Le da un abrazo)
CRISIS. – Gracias señor alcalde, como me ha dado usted un abrazo muy grande y me ha gustado mucho porque es usted muy guapo, no me voy del pueblo, me quedaré y voy a ser buena y le voy a ayudar para que usted  se case conmigo.
ALCALDE. – Lo que me faltaba, encima de no irse ahora quiere casarse conmigo. ¿Vamos a ver cómo piensas ayudarme?
CRISIS. – Siendo yo la administradora del dinero y no gastando a lo loco que es lo has estado haciendo todos estos años. Además como dicen estos niños se puede estar contento y celebrar la Navidad sin gastar dinero.
NARRADOR. – Y así fue como todos comprendieron que para celebrar la Navidad no hace falta tener mucho dinero porque el dinero no es la Navidad. Debemos tener amor paz y cariño porque esas cosas se tienen aunque haya mucha crisis por eso decimos que:
TODOS LOS ACTORES JUNTOS. - “La verdadera Navidad nunca está en crisis”
 ALCALDE. - ¡Vecinos, venid corriendo!
(Suben todos los vecinos que se habían ido antes)
VECINA 1. - ¿Por qué nos vuelve a llamar señor alcalde?
ALCALDE. - Porque estos pastorcillos nos han solucionado el problema y ya sí podemos celebrar la Navidad.
 VECINO 1. - ¿Es que ya no tenemos crisis? ¿Ya podemos celebrar las fiestas y hacernos regalos?
ALCALDE. - Si, estos pastorcillos nos han enseñado que aunque no tengamos tanto dinero como el año pasado podemos estar igual de contentos y regalarnos paz, amor,  amistad y cariño que valen más que todo el dinero junto.
PRESENTADOR. - Y eso fue lo que ocurrió, todos comprendieron que con crisis o sin crisis seguir estando contentos  regalándose unos a otros  cariño amistad y  amor.
Ahora, a continuación, vamos a felicitar a nuestras madres, padres o abuelos uno a uno y le vamos a regalar lo más valioso que tenemos cada uno en nuestro corazón.
(Uno por uno cada niño y niña se acercan al micrófono enseñan un corazón y leen lo que han escrito en él que puede ser "Mamá te deseo Feliz Navidad y te regalo todo el cariño de mi corazón" bajan del escenario y se lo dan a su mamá, papá o abuelo al que haya venido con un beso)

                                                      FIN